Descripción
Uno de los rasgos de estilo más interesantes de Nöstlinger es cuando «dice sin decir». La autora no pone en boca de los personajes sus ideas, sino que las presenta a través de las situaciones, para que sea el propio lector quien piense por sí mismo. Por ejemplo, los personajes no hacen una crítica a los juguetes sexistas, sino que Rosalinde quiere tener una excavadora y su abuelo se la va a regalar, aunque para hacerla rabiar, le dice que no, porque las excavadoras son juguetes para niños. En un capítulo posterior, Rosalinde está jugando con su excavadora…
O cuando la madre de Rosalinde habla del «pobre» Siegfried. Rosalinde le dice que no es pobre, que, de hecho, tiene más dinero que ella y hasta tiene un televisor en su cuarto. De una forma indirecta nos hace ver cómo es un niño sin afecto, al que conceden «caprichos» materiales.
Pero no siempre obra así. En algún momento sí pone en boca de Rosalinde una defensa de la igualdad de la mujer, cuando piensa en las profesiones que podría ser de mayor, a las que su amigo Fredi pone todo tipo de pegas basándose en prejuicios sociales, mientras que Rosalinde le demuestra que está perfectamente capacitada para desarrollarlas.