La maldición de la medusa gigante

Autor: Funke, Cornelia

Editorial: Siruela

Colección: Las Tres Edades / Biblioteca Funke

Idioma: Castellano

Formato: Rústica

21,95 

EAN: 9788419942760 Categorías: , ,

Descripción

El peligro, el mito, la magia, y una poderosa criatura colosal del fondo marino dan forma a esta nueva aventura de Ben, el jinete del dragón, y su variopinto grupo de aliados.



Una nueva amenaza se cierne sobre el mundo. La misteriosa aurelia, cantante de las profundidades marinas, es la más colosal y poderosa de todas las criaturas fabulosas. Hace más de dos mil años que esta medusa con mil brazos y cien ojos no emerge del océano, pues solo lo hace cuando la vida en el planeta está en peligro y este pide auxilio; trae consigo las semillas que entregará a cuatro seres que encarnarán a los cuatro elementos, que a su vez darán vida a otras increíbles criaturas capaces de sanar el mundo. Pero el codicioso Cadoc está empeñado en encontrar a la aurelia para robarle su magia, y si esta gigante marina se sintiera amenazada, o alguien intentara apoderarse con violencia de las semillas que trae, desatará su furia y arrasará con todo a su paso.



Ben y su inseparable amigo el dragón Lung, junto con otros compañeros de aventuras, ponen rumbo a la costa de California, donde la aurelia emergerá, portadora de la vida… o de la muerte.



«Sabemos bien que Cornelia Funke es una fantástica narradora y creadora de mundos mágicos. Sin embargo, en este libro va más allá y cuenta una historia que invita a la interpretación política, pues también quiere hablarnos del mundo que podemos ver sin recurrir a la imaginación».

Frankfurter Allgemeine Zeitung



«La obra de Cornelia transcurre en un mundo de aventura y fantasía que evoca el de sus autores preferidos, desde el legendario J. R. R. Tolkien al terrorífico Clive Barker o al desconcertante Neil Gaiman. Por no hablar de series televisivas como Battlestar Galactica, el nuevo Sherlock o la mítica Dr. Who, que de entrada poco tienen que ver con su forma de escribir, pero de las que Funke se alimenta con avidez».

El País