Descripción
Georges Perros, admirador de Lichtenberg y de Kafka lo es también en su indiferencia a la publicación de sus escritos, a su audiencia en la posteridad. Sus notas, una forma bastarda de la literatura, tal como él las ve, son reflexiones, fragmentos, aforismos, apuntes breves, deslocalizados y de reducido soporte: servilleta de bar, billete de metro o caja de cerillas. “Pensamientos pájaro”, a modo de las “ideas liebre” de Bergamín, los “papeles pegados” son exactamente lo que dicen: trocitos de papel que vuelan y logran fijarse en unos cuadernos. El nombre recuerda a las célebres “paperolles” de Proust, tiras que se superponían al texto original en el manuscrito y lo corregían. Se inserta en una tradición que remonta a
Montaigne en cuanto proyección de la vida y la personalidad en la materia de la obra. Perros enriquece esta última con su gran cultura, con su amplitud de sensibilidades y un humor que disipa su pesimismo existencial.